
Las navidades son el periodo creativo del año por excelencia.
Es (casi) el único momento en que nos atrevemos a cantar alrededor de una mesa, golpeando panderetas y cucharas, copas y botellas.
Cuando nos olvidamos de las exigencias, da igual si desafinamos, si se nos olvida la letra, si perdemos el ritmo.
Cuando era pequeña recuerdo que uno de los mejores momentos de la navidad era montar el belén con mi madre.
Era toda una creación, con montañas de corcho, cueva para los pastores y cagané incluido.
Cortar los turrones, colocar las frutas escarchadas en la bandeja, elegir la ropa, la música para la fiesta, todo tenía un tinte crea-divertido.
¡Y los regalos! desde escribir la carta hasta todo el proceso ya-tu-sabes de no repetir y regalarle a tu madre otra vez un pañuelo.
¡Cuánta creatividad!
Ojalá que a pesar de las circunstancias podamos seguir conectando con la dimensión creativa de estas fiestas.
No en vano, hacer que nazca un niño, un dios, el sol, o un nuevo año, es una tremenda obra de creación.
¡Sigamos creando!
¡FELIZ CREATIVIDAD!
En la foto, el belén de arcilla y pintado a mano que hicimos mi hija y yo hace unos añitos, con unos gatos visitantes.