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Sobrevivir a la alta intensidad. Las personas altamente sensibles y el amor.


Me ha costado mucho escribir este artículo. Elegir el título, pensar bien lo que te quiero transmitir. Como si yo tuviera las claves para navegar en la intensidad del amor. La que a mí misma también me atraviesa, y desde la que te escribo.


Enamoradizas y extremadamente intensas. Así somos las personas altamente sensibles. Capaces de conectar hasta con los astros y de empaparnos en nuestros sentimientos hasta los huesos. El amor nos llena de emoción y de sentido, y también, inevitablemente, de dolor.


Inevitablemente, ¿o no?


10 características que quizás reconozcas como Persona Altamente Sensible en el amor:

  1. Experimentas intensos enamoramientos, incluso desde la infancia.

  2. Tus relaciones están basadas en una comunicación con gran profundidad y con una conexión a veces difícil de explicar.

  3. Tiendes a idealizar a tu pareja y a proyectar en ella tus enormes expectativas.

  4. Valoras mucho los momentos de soledad, por elección.

  5. Es posible que sufras dependencia, por miedo a la soledad.

  6. Vives con intensidad tu sexualidad o, en cambio, no puedes evitar sentir rechazo (demasiada cercanía, olores, fluidos…).

  7. Eres capaz de hacer grandes locuras por amor, que para otros son “demasiado”.

  8. Tienes tendencia a explorar formas de relación no convencionales.

  9. Cuando surgen conflictos, estos son especialmente dramáticos.

  10. Sufres intensamente los momentos de separación y ruptura, que pueden llevarte a importantes crisis.


Como ya comentaba en un anterior artículo, una de las características principales de la alta sensibilidad tiene que ver con la manera en que percibes los estímulos. Los olores, sonidos y luces te afectan con mayor intensidad, y por supuesto también lo que sucede en tus relaciones. Esa tremenda conexión que te sube por las nubes, esa sensación de ser “demasiado” o esa intuición que no puedes explicar. Todo esto produce una sobreactivación en tu sistema nervioso que, cuando no sabes cómo manejarlo, te hace caer en el desbordamiento.


Si observamos lo que sucede durante la atracción y en la interacción en la pareja, parece que existe una relación entre ese nivel de activación y el enamoramiento, lo cual explicaría el por qué las PAS tenemos esta tremenda tendencia a enamorarnos. Las hormonas del flirteo nos activan, nos “suben la bilirrubina”, y si algo nos caracteriza a las PAS es nuestra capacidad para captar con detalle las sutilezas. Gracias a ello podemos ver las maravillosas cualidades de cualquier persona que se cruce por nuestro camino, pero se puede convertir en una pesadilla cuando no podemos evitar empatizar tanto que, a veces, resulta doloroso.


Esa sensación de “saber” lo que le pasa al otro/a, aunque no diga nada. A veces basta con una sola mirada para notar que algo sucede. Esa capacidad de conectar más allá de las palabras, que en ocasiones nos gustaría apagar, por ser tan intensa, tan dolorosa, tan inevitable… Esa habilidad para notar esos sutiles cambios en nuestra pareja, que nos ponen en alerta, y que por más que lo intentamos no logramos comunicar como nos gustaría. Porque, ¿Cómo transmitir lo que veo y siento, si no lo pueden percibir los demás?


El sentimiento de soledad e incomprensión puede ser inmenso. “Deshojar la margarita” para una PAS puede convertirse en un dolor que nos embarga por completo. Los grandes dramas de las novelas y las películas, sin duda, estuvieron escritas por una persona altamente sensible.


¿Quiere esto decir que estamos necesariamente abocadas al drama y la desesperación? Por supuesto que no. La sensibilidad en sí misma no es ningún problema, y de hecho puede ser una gran fuente de placer y conexión.


Sin embargo, si la manera en que aprendiste a relacionarte y a vivir tu alta sensibilidad en tu infancia no fue lo suficientemente amorosa y sostenedora, es posible que como persona adulta vivas las relaciones con dificultad. La teoría del apego nos explica que existe una tendencia a repetir los patrones de relación que aprendimos en nuestros primeros años de vida, y describe cuatro estilos, que se observan tanto en la infancia como en la vida adulta:


Apego seguro: La mayoría de las personas (en torno al 60%) recibieron suficiente amor y cuidados, por lo que crecieron con una alta autoestima y confianza en sí mismas y en los demás, y por lo tanto sus relaciones adultas son tranquilas y satisfactorias (incluso para una PAS).


Apego inseguro evasivo: Aproximadamente un 25% de las personas, sin embargo, se criaron en un entorno que mostraba indiferencia ante sus necesidades o era demasiado autoritario, por lo que crecieron con la necesidad de hacerse autónomos demasiado pronto. Les cuesta implicarse y tienden a evitar el compromiso, ocultando en el fondo una gran desconfianza.


Apego inseguro ansioso o ambivalente: En el 15% de los casos, las personas con este estilo de apego experimentaron cuidados inconsistentes. Sus padres a veces les trataban con amor y atención, mientras que otras veces se mostraban inaccesibles o, por el contrario, excesivamente preocupados y protectores. Crecieron con inseguridad y ansiedad a la separación, por lo que seguramente de adultos sean personas con baja autoestima, celosas y dependientes, que sufren enormemente las crisis y rupturas.


Apego inseguro desorganizado: Por último, se encuentran las personas que vivieron experiencias de trauma o maltrato en su infancia y que, por lo tanto, no lograron establecer una mínima seguridad en sus vínculos. De adultos permanece una constante sensación de alerta y desconfianza, que dificulta mucho sus relaciones, en las que a menudo se repiten los patrones de violencia y abuso.


Si te reconoces en estos rasgos, te abrazo. Lo primero, es importante que comprendas que no hay nada malo en ti. No tienes la culpa de esto que te sucede. A mí me ayuda darme cuenta de que el mundo, en general, es extremadamente insensible. Y en este mundo tan poco preparado para acogernos nos ha tocado nacer y crecer. Y si lo piensas, también nuestras madres, padres, y abuelos/as tuvieron que crecer en un entorno hostil. Seguramente hicieron lo que pudieron con sus propias inseguridades y su sensibilidad.


Comprender de qué manera toda esta vivencia se ha ido transmitiendo de generación en generación puede ser absolutamente liberador. En ti está la posibilidad de transformar el patrón familiar y comenzar a relacionarte contigo y con los demás de otra manera. Por suerte, existen en el mundo millones de personas con las que puedes encontrar nuevas oportunidades para abrirte a la confianza.


La buena noticia es que es posible cambiar tus patrones de apego, a través de un proceso de transformación profundo en el que puedas sanar tus heridas y fortalecer tu autoestima. La terapia es el espacio idóneo para ello, para que puedas construir relaciones basadas en el amor propio, y nunca más tengas que depender de otra persona para ser feliz, ni vuelvas a permitir que nadie sobrepase tus límites.


La arteterapia gestalt es una vía maravillosa para sanar tu relación con el amor, ya que te permite un medio para conectar con tus sentimientos de forma segura. A través de los materiales artísticos podrás tomar conciencia de cómo es tu manera de relacionarte y encontrarás un refugio donde abrazar tu vulnerabilidad.


Además, el dibujo nos conecta de forma directa con nuestra infancia, y nos permite acceder a esos recuerdos y vivencias que a veces no somos capaces de expresar con palabras. Esa angustia indecible que no puedes controlar, ese miedo terrible a la soledad, puede por fin encontrar comprensión. Gracias al arte puedes darte también la oportunidad de reescribir tu historia, poniendo tu amor propio como prioridad.


Si todo esto te resuena, y quieres por fin sanar la relación más importante del mundo: la que tienes contigo mismo/a, escríbeme. Estaré encantada de acompañarte y navegar contigo la intensidad.


Tienes toda la información sobre las sesiones de arteterapia y gestalt para personas altamente sensibles en este artículo.




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