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6 claves de cómo la arteterapia te puede ayudar con tu criatura (y tu maternidad) altamente sensible




Esa criatura que no para de llorar a la entrada del colegio.

Que no se separa de los brazos de mamá.

La que le molestan las etiquetas, los ruidos, la fibra en el puré.

Que se preocupa por la muerte, que no acepta los cambios.

Que no para de hablar y no soporta que le interrumpan.

Que desafía la enciclopedia y a la vez se siente torpe e incapaz.



Un alma vieja en cuerpo de criatura, les dicen a veces. Princesas del guisante. Lágrimas de cocodrilo.


Esto y mucho más es la infancia sensible. La tuya, la mía. La de las personas que desde bien pequeñas devoramos el mundo a bocados, con los ojos y los poros más abiertos del mundo, porque no podemos evitarlo.


En este artículo no te voy a dar un listado de características de cómo son los niños/as altamente sensibles, que para eso ya hay muchas publicaciones interesantes y muy completas. Tampoco voy a darte consejos de madre a madre. En todas las casas cuecen habas y en casa del herrero cuchillo de palo, dicen. Así que no, en mi casa tampoco reina el aroma zen y no voy a pretender convencerte de lo contrario.


Lo que quiero es contarte por qué la arteterapia basada en la parentalidad positiva funciona tan bien con estas criaturas intensas, y también para tu intensa maternidad, cuando las cosas se ponen difíciles. En mis casi diez años de práctica profesional han llegado a mí muchas criaturas con necesidades muy diversas, y he llegado a la conclusión de que para ayudar a crecer a los niños y niñas, hace falta atender también la maternidad y paternidad que están detrás.


Como persona sensible, todo lo que le pasa a tus retoños inevitablemente se te impregna, y viceversa. Tus pequeñas esponjas absorben cada una de tus vivencias, así que aprender a liberar tus emociones y a cuidarte en la marea de quehaceres diarios es muy importante.


Te cuento las 6 claves de cómo la arteterapia te puede ayudar a encontrar la anhelada paz en familia:


  1. El dibujo, la pintura, y otras actividades creativas como el modelado o el movimiento son unas estrategias maravillosas para la autorregulación. El simple ejercicio de garabatear escuchando una música agradable puede tener efectos beneficiosos en el sistema nervioso y ayuda a encontrar la calma.

  2. Esa calma es el primer paso para poder expresar cómo nos sentimos. Porque cuando la emoción es muy intensa resulta difícil dialogar, y mucho más con palabras. Por eso a veces les preguntamos y no saben contestar y pensamos que la criatura es tímida o reservada, “como su papá”. El arte ofrece un medio para expresarnos (en plural) donde las palabras no llegan. A veces una imagen dice más que mil palabras y se convierte en el territorio donde todas las personas de la familia, pequeñas y adultas, podemos transitar. Porque si yo como adulta aprendo a mostrar cómo me siento, les estoy abriendo ventanas para abrirse también.

  3. Un cuerpo altamente sensible es un cuerpo que percibe y procesa la información con mayor intensidad. Para bien y para mal. Los ruidos molestan más pero también la belleza se percibe más intensamente. Crear y observar imágenes que conecten con esa belleza nos facilita una vivencia en la que la sensibilidad es un don, y no tanto una dificultad. Y esto es muy importante pues, quizá por primera vez, o al menos durante un rato, la alta sensibilidad deja de ser “esa carga que nos ha tocado” sino algo que nos da alas y bienestar.

  4. Dibujar y crear en torno a cómo nos sentimos nos permite también explorar quienes somos. El arte es como un espejo. Poder mirar hacia dentro nos ayuda a conocernos, fundamental para construir un autoconcepto sano y una autoestima fuerte y conectar con nuestra profundidad natural.

  5. Y conocernos significa descubrir nuestros talentos. Los visibles y hasta los más ocultos. ¿Qué se te da bien? ¿Y a tu criatura? ¿Cuál es ese superpoder que tenéis inexplorado? La arteterapia nos saca de la pasividad del asiento y de la mente y nos pone en acción, de manera que nos permite explorar nuestro potencial, pero también nuestras frustraciones, y nos enseña caminos para lidiar con ellas.

  6. Por último, crear juntos nos permite explorar nuevas maneras de relación. Podemos pintar en conjunto, colaborar, compartir materiales o escoger papeles separados y crear libremente cada une por su cuenta. El arte nos permite transitar la angustia de separación con la confianza de que el vínculo es fuerte y seguro, y nos ayuda a encontrar la distancia que necesitamos en cada momento.


Por eso cuando una familia viene a consulta para trabajar con un niño o niña siempre propongo trabajar de forma colaborativa, desde un enfoque sistémico. Sistémico que viene de sistema, que quiere decir que la familia es mucho más que la suma de sus individuos, es una red compleja de relaciones, igual que compleja es la manera de percibir de un cerebro altamente sensible.


Porque detrás de un niño o niña con dificultades, del tipo que sean, hay unos/as pa/madres preocupados/as, seguramente ansiosos/as, que no saben qué hacer. La mayoría de las veces ni siquiera conocen su propia sensibilidad. Aprender a amar, aceptar y cuidar esa sensibilidad es el objetivo principal. Y en el camino se descubren estrategias y recursos, que nos facilitan mucho el día a día.



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